70 años de La Tremenda Corte

Fuente original: Diario Milenio Online

05 Febrero 2011

Autor: Eliseo Alberto

Tres Patines - Tape Cassette Art
Ilustración de José Candelario “Tres Patines”, realizada por el artista gráfico Esdras Jaimes y tomada de su perfil en Flickr.

Dicen los abuelos que podía seguirse cada capítulo de ventana en ventana, mientras caminabas por la calle.

La mulata Nananina (la actriz Mimí Cal), el gallego Rudecindo Caldeiro y Escobiña (Adolfo Otero) y el buscavidas José Candelario Tres Patines (Leopoldo Fernández) son, en México, más famosos que cualquier otro cubano —llámese Mantequilla Nápoles, Ninón Sevilla o Fidel Alejandro Castro Ruz, tres compatriotas míos que decidieron aquí, en una cantina del Centro Histórico del Distrito Federal, sus rumberos o belicosos destinos personales. No hay taxista o mesero de restaurante o enfermera o vendedor de tamales o tragafuegos o policía de tránsito que, al detectar mi acento habanero, no intente imitar las voces de esos queridos personajes, sólo conocidos por las muy frecuentes emisiones radiales de La Tremenda Corte. Siempre sentencian: ¡A la reja! Cuando digo conocidos quiero decir imaginados, pues ese es a fin de cuentas el gran atractivo de la radio: la perenne invitación a figurarse mentalmente el relato que escuchamos, sin otro apoyo que no sea la oralidad, unos pocos efectos especiales y, a veces, un tema musical de fondo. Todo lo demás es obra de cada radioescucha. De su fantasía y de su risa.

El programa La Tremenda Corte nació en la emisora RHC Cadena Azul, un día cualquiera de 1941, hace ya setenta años. Se trasmitía de lunes a viernes, en horario estelar, y dicen los abuelos que podía seguirse cada capítulo de ventana en ventana, mientras caminabas por la calle: se escuchaba en todas las casas. Desde hace medio siglo está prohibido en la isla, vaya usted a saber por qué militante (delirante) estupidez de una Revolución que jamás ha hecho gala de ese sentido del humor que caracteriza a mis compatriotas. A mediados de la década de los cincuentas, la serie de apenas trescientos sesenta capítulos grabados con tres micrófonos centrales, con una hora de ensayo previo y mucho margen a la improvisación, llegó a México gracias el buen olfato del productor Modesto Vázquez y la venia del exitoso empresario Rafael C. Navarro, por esa fecha dueño de la radiodifusora capitalina Radio Cadena Nacional, RCN. Y llegó para quedarse, como Ultiminio Ramos o Carmen Montejo o Dámaso Pérez Prado. Desde entonces hasta el día de hoy, si usted busca en AM encontrará de seguro alguna frecuencia que, casi a cualquier hora, trasmite las aventuras y desventuras del travieso Tres Patines, sin duda el más fiel representante de mi atolondrado paisito.

La Tremenda Corte existe por el feliz encuentro de dos comediantes prodigiosos, Aníbal de Mar (el Señor Juez, antes Filomeno) y Leopoldo Fernández (Tres Patines, antes Pototo) con el refugiado gallego más cubano que nos regalara la Guerra Civil Española: el formidable escritor Cástor Vispo, autor de varios proyectos memorables —entre otros, El barón del Calzoncillo: los trágicos amoríos del barón y la barona, su primer éxito de audiencia, y El vigilante Tiburcio Santa María de la Novena Estación, un libreto delirante escrito en octosílabos. Sus historias sirvieron de trampolín para que se dieran a conocer muchos actores jóvenes, no importa si en papeles secundarios que ellos supieron crecer con la levadura de sus respectivos talentos: el rey Reinaldo Miravalle, hoy por hoy nuestro gran actor de carácter, y el genial Wilfredo Fernández, quienes, en La Tremenda Corte caracterizaron a: Simplicio Bobadilla y Comejaibas y al poeta Perico Jovellanos y Campoflorido.

Menos Reinaldo Miravalles, todos han muerto en latitudes del exilio, lejos de la isla que tanto amaron. Se cuenta que cuando falleció Aníbal de Mar, el 22 de febrero de 1980, el actor Adolfo Otero, el malgenioso gallego Rudecindo Caldeiro y Escobiña fue atropellado camino al velatorio de su entrañable amigo: los dos fueron despedidos en la misma funeraria. Esa noche, Tres Patines también empezó a morir de soledad.


Aclaración para el lector: El redactor original del artículo comete un error en el último parrafo cuando menciona las causas de la muerte de Aníbal de Mar y Adolfo Otero. Para conocer realmente los hechos como fueron te recomendamos leer un artículo que hemos dedicado para eso llamado: Explicación sobre la muerte de Adolfo Otero y Julito Díaz.

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