Programas memorables: La Tremenda Corte

Fuente original: Access My Library

28 Diciembre 2000

Autor: Jaime Septién

Leopoldo Fernández Tres Patines
Leopoldo Fernández “Tres Patines”

Desde hace unas semanas, cada noche, con mis tres hijos, hago renacer el "milagro" de la convivencia familiar que era la radio en los cuarenta y los cincuenta, según me han contado los que por aquél entonces ya transitaban las calles del mundo.

La culpa la tiene la grabación de treinta programas del inmenso catálogo de La Tremenda Corte que un amigo tuvo a bien prestarme. Fue para mí un tesoro y un gusto enorme. Pensé que solamente iba a ser mío el revivir aquella serie cubana que en mi infancia, cayendo los sesenta, tuve ocasión de escuchar en la radio de provincia...

La sorpresa fue mayúscula al descubrir que a mis hijos, de catorce, doce y diez años les ha fascinado. Al principio pensé que era porque oían mis carcajadas y sentían mi hilaridad en los juegos de palabras, en los verdaderos laberintos en que mete José Candelario Tres Patines al juez, a Rudecindo Caldeiro y Escobiña y a Luz María Nananina. Pero no, ahora, cuando ya ha pasado la primera parte del asunto, cuando ya hemos agotado los programas, me siguen pidiendo los casetes para escucharlos cada noche.

Es el espectáculo del juego lingüístico, el tremendo arrastre que tiene el humor verbal, sin meterse en laberintos de obscenidad, sin la menor alusión sexual u objetivación femenina. Es el humor en su grado extremo, en estado de pureza. Algo que todavía no alcanzamos a ver en la televisión. Mucho es la falta brutal de respeto al auditorio y la exhibición más vasta de la ausencia de ingenio.

No siempre las cosas, para ser modernas, tienen que estar a la moda. Bien lo decía Dalí: "moda es lo que pasa muy rápido de moda". Hay buenas series de radio, muy buenas series de radio, que basaron su éxito en el talento y no en los recursos. Creo, con absoluta honestidad, que hemos transitado la vía contraria. Que para vender, la televisión ha matado el ingenio y, más aún, el ingenio verbal. Cuánto me gustaría que quienes están detrás de las cámaras vieran a un grupo de niños, como los míos, escuchando “La Tremenda Corte”. Quizá revisarían sus esquemitas postmodernos de que el auditorio es imbécil y de que la palabra hablada es el peligro más grande de la televisión. ¿Dije "esquemitas postmodernos"? Debí haber dicho "idiotas", donde idiota quiere decir carente de ideas.

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