El humor terapéutico se perdió

Fuente original: RF Caminemos

7 Julio 2010

Autor: Rodolfo Fernández

Tres Patines
Caricatura de Tres Patines

Dentro de las tantas cosas que se han ido a pique a nivel mundial, una que vale la pena destacar es el humor sano, hecho con profesionalidad, libre de vulgaridades y doble sentido, que muy bien sirve como terapia de carácter emocional para los preocupados y atolondrados con los trajines del día a día.

No hay mejor terapia para descargar un poco las mentes cansadas que una musiquita suave o un buen chiste, sin ribetes de obscenidades, cargado de graciosidad, con el estilo propio y la profesionalidad que caracteriza a los artistas natos; no hechos al vapor para cubrir las plazas que los buenos van dejando, como viene ocurriendo en nuestro país, desde hace algunos años.

Aquellos que hoy hacen chistes, son esos que ríen ellos mismos de sus producciones, más que los oyentes o lo espectadores; que no son originales y creativos a carta cabal; sin un verso jocoso que ostentar; con rasgos fisonómicos poco acorde con los requerimientos de ese tipo de actividad. Y, mucho menos, libretos bien logrados para desarrollar.

Los humoristas viejos han ido desapareciendo, al igual que la verdadera música con que se alentaban los espíritus antes. Lo que prima ahora no es el arte, sino la vulgaridad, y los ritmos sincopados, inductores al sexo degenerado y a las drogas.

Es por ello que, aún medio siglo después, tantas personas esperan con ansiedad el escuchar el contenido repetido de las cintas de “La Tremenda Corte”, con el inmortal ya José Candelario Tres Patines (Pototo), acompañado de aquel elenco de verdaderos artistas del humor, profesionales actuando en base a libretos bien elaborados, no obstante las limitaciones tecnológicas de la época, libres de términos inapropiados, disfraces y vestuarios contrarios al sexo de los actores; como son todas esas prácticas modernas en uso, y estilos auxiliares, con los que en actualidad se pretende hacer reír a la gente.

Probablemente, las emisoras locales que han incluido hábilmente en su programación la difusión de esas cintas, aun repetidas tantas veces, son las que logran un mayor nivel de audiencia durante esos 15 minutos o medida hora, que utilizan para tales propósitos.

Obviamente, las personas las escuchan, por ser producciones contentivas de un humor terapéutico, relajante, refrescante, que alegra transitoriamente las mentes; que restan tensión a los sentidos abatidos por el afán del diario vivir; y que son cosas, que no las pueden lograr los seudos comediantes o chistosos a la fuerza, que hoy nos gastamos.

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